Hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.
Estamos en el cuarto domingo de Adviento. La liturgia de hoy quiere prepararnos para la noche de Navidad; y lo hace invitándonos a recordar dos situaciones muy complicadas por las que pasan dos personas muy distintas entre sí.
La primera de ellas, el rey de Judá,Acaz, ante el anuncio de la invasión siro-efraimita, ve que su reino está a punto de ser destruído.
La segunda, José, al descubrir la infidelidad de aquella a la que él consideraba “fiel” siente que todo se derrumba en su vida.
Son, ciertamente, situaciones y personas muy distintas entre sí; pero hay algo que las une. A ambas el Señor:
-Les pide la misma respuesta: que se “fíen” (= crean”) de su palabra.
-Y les ofrece la misma prueba de la “fiabilidad” de esa palabra suya: un niño va a nacer.
La respuesta de cada uno de ellos, sin embargo, va a ser muy distinta:
-Acaz, hombre sensato y pragmático, prefiere poner su seguridad en algo más sólido que un niño a punto de nacer: busca la ayuda asiria.
-José, como nuevo Abraham, responderá con la acogida de la palabra, el silencio y la coherencia de su comportamiento anterior.
Padre de amor y misericordia, concédenos la gracia de acoger tu Palabra encarnada en la humanidad de tu Hijo. Que a ejemplo de san José vivamos con humildad, abierto a a tus planes y a la confianza que has depositado en nosotros.